En la florida localidad de Escobar, la Escuela Primaria Nº 1 esconde un tesoro invaluable: su biblioteca, un espacio donde la inclusión y el amor por la lectura se entrelazan bajo la mirada experta de Amalia Martínez. Con más de una década de experiencia en la docencia, Amalia ha dedicado su carrera a transformar la biblioteca en un lugar de encuentro y aprendizaje accesible para todos los estudiantes, incluyendo aquellos con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Graduada en la tecnicatura de Bibliotecología en el Instituto n°15 de Campana. A lo largo de los años, ha enriquecido su perfil académico con diversos postítulos y diplomaturas que le han permitido adaptarse a las necesidades cambiantes de sus estudiantes. Este compromiso con la educación inclusiva ha sido el motor que la impulsa a buscar siempre nuevas formas de hacer de la biblioteca un lugar que no solo invita a la lectura, sino que también apoya de manera efectiva a quienes enfrentan desafíos adicionales en su proceso de aprendizaje.
Durante la entrevista, Martinez compartió su visión sobre el rol que juega la biblioteca en el acompañamiento a estudiantes con TEA. «La biblioteca de nivel primario debe ser un espacio inclusivo donde cada niño, sin importar sus capacidades, pueda encontrar su lugar», afirma con convicción. Para ella, la clave está en la personalización de las herramientas y recursos. «Hemos incorporado materiales adaptados, como libros con pictogramas, y hemos trabajado en estrecha colaboración con los docentes para que las actividades sean accesibles para todos.»
Pero la inclusión no se detiene en los recursos físicos. Amalia subraya la importancia de la formación continua tanto para bibliotecarios como para docentes. «La actualización constante es fundamental. Hemos participado de talleres y capacitaciones que nos permiten estar al día con las mejores prácticas para trabajar con niños con TEA. No solo se trata de entender sus necesidades, sino de saber cómo integrarlas en las actividades diarias de la biblioteca», explica.
Mirando hacia el futuro, Amalia tiene claras las metas de la biblioteca. «Queremos seguir creciendo como un espacio inclusivo y de apoyo. Planeamos incorporar más tecnología adaptativa, como audiolibros y software interactivo, que puedan facilitar el acceso a la lectura. Además, nos proponemos fomentar la participación activa de los padres y la comunidad, para que la inclusión sea un esfuerzo compartido y no se limite al ámbito escolar.»
Amalia Martínez no solo ve la biblioteca como un acervo de libros, sino como un espacio vivo que debe adaptarse a las necesidades de sus usuarios. Su labor en la Escuela Primaria Nº 1 es un claro ejemplo de cómo la educación puede y debe ser inclusiva, y cómo, con dedicación y formación continua, es posible hacer de la biblioteca un verdadero puente hacia el conocimiento y la integración para todos los estudiantes.
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Cinthia Spadaro