El Ceibo, ubicada en Palermo, recibe una notificación de desalojo y genera preocupación por el cierre de una cooperativa de reciclaje emblemática. La planta, situada en un terreno gestionado por Belgrano Cargas, emplea directamente a unas 300 familias que temen perder su sustento. El 25 de abril de 2025, a las 20:30, se informó que la cooperativa de reciclaje El Ceibo teme por su continuidad en los galpones del Belgrano Cargas, en la esquina de Salguero y la autopista Illia, donde llevan aproximadamente 21 años trabajando. La administración del predio solicitó al gobierno porteño que retire una báscula y un cerco cercanos a la calle. En una segunda reunión, «aparentemente, Belgrano Cargas reclama todo el galpón y el gobierno de la ciudad dice que reubicará a la cooperativa. Nosotros no sabíamos nada. Cuando nos enteramos, empezamos a dialogar con las autoridades del gobierno y con Belgrano Cargas. Nos dieron una fecha límite para abandonar el lugar: el 30 de junio», explicó Nicolás Beno, presidente de la cooperativa.»Nosotros tenemos una posesión precaria y gratuita del galpón, sin un plazo definido: mientras sigamos realizando actividades relacionadas con el reciclaje, podemos permanecer», aclaró Beno, quien también señaló que esta orden de desalojo no proviene de una orden judicial ni de un aviso oficial. El Ceibo es una de las primeras cooperativas en integrarse al sistema de reciclaje de la Ciudad de Buenos Aires y actualmente cuenta con una planta de tamaño mediano.Además, Beno comentó que la logística para abandonar el predio es compleja: maquinaria, materiales reciclados y «muchas cosas dentro del galpón que hacen imposible irse en tan poco tiempo». Sin embargo, también resaltó que no hay ninguna medida judicial que respalde la reubicación.Desde el punto de vista operativo, debido a la cantidad de material que manejan, sería muy difícil compartir una planta con otras cooperativas, «por más buena voluntad que tengan». Procesan cerca de 450 toneladas mensuales. «Si nos tenemos que ir del galpón, prácticamente la cooperativa dejaría de existir porque no tendríamos dónde trabajar», resumió.Alrededor de 300 familias trabajan en la calle, en tareas de logística, manejo de camiones o en la planta. Pero desde la cooperativa advirtieron: «Son muchas las familias que viven directa e indirectamente del esfuerzo diario en El Ceibo». Para ellos, los recuperadores urbanos «son una parte fundamental en la cadena de valor del reciclaje y en la reducción de la contaminación ambiental. Sin su trabajo, nada sería posible».»Es muy importante para la sociedad que El Ceibo siga en pie, no solo por el cuidado del medio ambiente, sino también por el trabajo que brindamos a personas que, en estas circunstancias, difícilmente podrían encontrar otra oportunidad laboral», concluyeron desde la cooperativa.Beno recordó que hace diez años enfrentaron un intento de desalojo similar, pero lograron ganar el juicio. En esa oportunidad, Belgrano Cargas desistió de tomar acciones legales contra la cooperativa. Ahora, ante la posibilidad de perder su lugar de trabajo y enfrentarse nuevamente a un desalojo, circulan rumores sobre negocios inmobiliarios y las posibles consecuencias de la privatización de la línea ferroviaria.
Esteban Gutierrez