28 de abril de 2025

La lucha diaria de un padre: Un viaje por el autismo en la primera infancia.

El autismo, un espectro complejo que afecta a millones de personas en el mundo, se ha convertido en una realidad cotidiana para muchas familias. En este caso, nos adentramos en la historia de un padre que, con valentía y amor, navega por las aguas turbulentas del autismo en la primera infancia de su hijo. Un viaje que, lejos de ser sencillo, se ha convertido en una lucha constante por la atención, el apoyo y la comprensión.

«Todo comenzó cuando tenía un año», relata Andrés, padre de un niño de tres años con autismo. «Mi esposa observó que nuestro hijo no respondía a su nombre, no hacía contacto visual, y su lenguaje era limitado. En ese momento, el mundo se puso patas arriba. La incertidumbre se apoderó de nosotros, pero la necesidad de respuestas y la esperanza de un futuro mejor nos impulsaron a buscar ayuda.»

El camino hacia el diagnóstico no fue fácil. Andrés describe un proceso burocrático y engorroso, con trámites interminables en las obras sociales para acceder a las terapias que su hijo necesitaba. «Las horas de espera, la falta de información clara y la sensación de no ser comprendidos fueron una prueba difícil», confiesa.

Finalmente, tras un largo proceso de evaluación, el diagnóstico llegó. «Fue un golpe duro, pero también un alivio. Ahora teníamos un nombre para lo que estaba sucediendo, y eso nos permitió enfocarnos en buscar soluciones», comenta Andrés.

Sin embargo, la realidad del autismo en la primera infancia se presenta con una serie de desafíos. La demanda por terapias especializadas es alta, con pocos profesionales calificados para atender a los niños con TEA. «Encontrar un terapeuta que se ajuste a las necesidades de mi hijo fue una tarea titánica», relata el padre. «Las listas de espera son largas, y muchas veces las terapias se interrumpen por falta de pagos en fecha por parte de las obras sociales».

A pesar de las dificultades, Andrés destaca la importancia de la presencia de la familia en todo el proceso. «El acompañamiento constante es fundamental para el desarrollo del niño. Los padres somos los que mejor conocemos a nuestros hijos, y podemos ser sus mejores aliados en este viaje», afirma.

El testimonio de Andrés nos recuerda que el autismo no es una batalla individual, sino una lucha que se libra en conjunto. La sociedad tiene un papel fundamental en la creación de un entorno más inclusivo y comprensivo para las personas con TEA. La necesidad de más recursos, más profesionales especializados y más apoyo para las familias es urgente.

La historia de Andrés y su hijo es un llamado a la acción. Un llamado a la empatía, a la solidaridad y a la búsqueda de soluciones para que los niños con autismo puedan acceder a las oportunidades que merecen, y para que sus familias puedan navegar por este complejo camino con la esperanza y el apoyo que necesitan.

Esteban Gutierrez.

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